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Commentary
La Nación(Costa Rica)

China en las Américas

China proyecta su poderío económico en el mundo y, con todo éxito, en América Latina

La noticia sobre la cuantiosa oferta (cercana a US$19.000 millones) de la empresa estatal China National Offshore Oil Corporation (CNOOC) con objeto de adquirir UNOCAL, una de las mayores compañías petroleras estadounidenses, ha levantado un polvorín en Washington. En particular, un sector del Capitolio que suele atribuir las penurias del desempleo a la competencia china y el libre comercio, aduce que dicha venta traerá consecuencias funestas para la seguridad nacional y el bolsillo de los consumidores.

Desde luego, se trata de especulaciones alarmistas que poco tienen que ver con las realidades del mundo contemporáneo o la teoría económica. Esto, sin embargo, pierde relevancia cuando las trompetas llaman a la batalla que ya se libra por negarle a China una lujosa conquista. Con todo, no es la primera vez que una empresa norteamericana de renombre pasa a manos de Pekín. Marcas emblemáticas como IBM y RCA adornan la larga lista de adquisiciones chinas. Lo que ocurre es que el traspaso de UNOCAL irrumpe cuando una escalada en los precios del petróleo—y de la gasolina—tiene a los consumidores al borde de la desesperación. Por si faltaba, los "talk shows" de la radio y la televisión pregonan constantemente que la voracidad energética china es la principal causa de los bruscos aumentos.

Agenda complicada. El affaire UNOCAL se las trae, tanto por su carga anímica como por su impacto en los retos inmediatos que China presenta para la administración de George W. Bush. La agenda pendiente incluye el impulso arrasador del comercio chino y la inundación de textiles, el debate sobre los términos cambiarios, la colaboración nuclear que Pekín presta a Irán, las reiteradas violaciones de los derechos humanos por el régimen chino, las tensiones en torno a Taiwán y la cooperación—insuficiente a juicio de Washington—en frenar los planes nucleares de Norcorea.

Sumemos, además, las considerables inversiones de empresas estadounidenses en compañías chinas y la especial condición de Pekín como el segundo mayor acreedor del Tesoro estadounidense. Por su parte, Washington cuenta a su favor con la altísima valoración que hace China de sus vínculos comerciales con Estados Unidos y lo que para ella significan dentro de su percepción de dignidad ante el mundo.

Con el trasfondo de la guerra en Iraq, cada uno de los capítulos indicados es, por sí solo, una caja de Pandora y guardar la armonía del conjunto demanda dotes excepcionales de prestidigitación política que no es siempre evidente.

¿Y Latinoamérica? En medio del barullo provocado por la sonada compra, poco o nada se escucha sobre la creciente presencia de la República Popular al sur del río Grande. ¿La causa de esa indiferencia? Sabemos que, actualmente, América Latina figura solo de manera ocasional en el radar del ejecutivo estadounidense, absorto en Fidel Castro y Hugo Chávez, lacras, sin duda, pero que no agotan el panorama hemisférico. Además, lo que está haciendo y logrando China en una zona de tradicional influencia norteamericana solo aparece de manera tangencial en algunos diarios de Estados Unidos.

Aunque las incursiones se remontan a la década de 1970, ha sido en los últimos años cuando la figuración china en el área se ha elevado, dinamizada por el comercio y las inversiones. Parejo a grandes avances en Asia, el Pacífico y África Occidental, su vinculación con la zona obedece a una clara estrategia dirigida a asegurar fuentes de materias primas y energía así como una expansión de mercados para su moderna y competitiva economía.

Varias giras de alto nivel oficial—dos de ellas presidenciales—han abarcado Argentina, Brasil, Chile, Cuba, Jamaica, México, Perú, Trinidad, Uruguay y Venezuela. Todas las visitas generaron acuerdos de comercio, turismo e inversiones. Tratos multimillonarios se han concretado con Argentina, Brasil, Chile y Venezuela. En Caracas, uno de los proyectos de gas natural y petróleo conlleva participación iraní. En La Habana, técnicos chinos tomaron posesión de las instalaciones de la antigua URSS para espiar las comunicaciones de Estados Unidos. A su vez, ventas de armas a Venezuela han alentado a Colombia a proponer la adquisición de equipo militar chino.

Subasta en el Caribe. Un aspecto clave de la estrategia china ha sido aislar a Taiwán en la arena diplomática. Hoy en día, apenas veinticinco Gobiernos, doce de ellos en nuestra región, reconocen a Taiwán. En el Caribe, hasta 1997 sólido bastión taiwanés, tres naciones han sucumbido a las ofertas de Pekín y cada caso ha exhibido una competencia abierta de quién da más. La pugna no se acaba y continúa ahora en dos capitales centroamericanas y una de Suramérica.

La actual dinámica perfila serios retos para Estados Unidos y Latinoamérica que trascienden las cifras sobre inversiones y el intercambio comercial. Para Washington, enfrentar el reto con éxito demandaría apreciar el cuadro más amplio. Para nuestros agobiados países exigiría un replanteamiento serio, coordinado e inteligente de su política exterior. Si por la víspera se saca el día, tanta felicidad parece remota.