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Commentary
La Nación (Costa Rica)

Colombia Mágica

De las páginas de Gabriel García Márquez emergió la Colombia mágica que ha cautivado al mundo. Ahora, el arribo de centenares y quizás miles de combatientes colombianos a los distantes desiertos del golfo Pérsico configuran la nueva imagen de un pequeño sector de la población que comienza a ser designado como "mercenario".

Se trata de militares con experiencia bélica en la pugna contra las FARC y que son atraídos a los Emiratos Árabes con mejor sueldo, el cual ronda los $3.000 mensuales, además de cuantiosas bonificaciones por encarar a los enemigos que en estos días son huestes yemenitas de Al Qaeda en la península arábica. Reciben también seguros de vida y uniformes de las fuerzas de los Emiratos, además de moderno armamento estadounidense. Miles de millones de dólares han sido invertidos en este renglón.

Su base militar se encuentra en los Emiratos Árabes Unidos. Sin embargo, Arabia Saudita también recurre a estas fuerzas para aplastar alguna que otra rebelión en el barrio. No obstante, la mayor parte de sus tareas está en Yemen, donde Al Qaeda se apoderó en algún momento de la capital y desalojó a las tropas del régimen local.

Arabia Saudita había agregado a sus filas ex soldados sudaneses, pero son colombianos los más solicitados y mejor cotizados para esa lucha que parece inacabable.

Para las armas, artillería, comunicaciones, aparatos de visión nocturna y cazas, los patrones árabes poseen cuentas robustas en el Pentágono, que se suman a sus propios aportes que no son nada despreciables. Y, de paso, los reclutas tienen autorización para comunicarse con sus familias por teléfonos y cuentas de Internet provistas por los anfitriones, todo con la condición de no identificar el lugar de donde llaman o escriben.

La información sobre este negociado ha sido obtenida por la prensa mundial que posee ojos y oídos en el terreno. Por ello, preocupa a algunos oficiales de Bogotá la designación de sus compatriotas como mercenarios.

Quizás deberían estos voceros conocer los pormenores de una oferta legal y oficial sumamente atractiva, dotada de salarios y recompensas difíciles de alcanzar en su país.

Colombia es una de las democracias más solidas del hemisferio. Su infatigable lucha por librar al país de funestos criminales involucrados en el negocio de las drogas, es aleccionadora. Y la contratación del cuento no quebranta esa firme tradición. Colombia sigue siendo una nación mágica.