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Commentary
La Nación (Costa Rica)

El Embrujo de Cristina

Cristina Kirchner es una dama de multifacéticos dones. Quienes han sido cercanos a ella, es decir, integrantes de su corte imperial, no cesan de alabar su abanico de dotes intelectuales. Desde luego, los de enfrente solo perciben bemoles. Si se les pide precisar su desencanto, en voz muy baja susurran que la doña está desquiciada.

Alrededor de una taza de café, algunos colegas nos reunimos por las tardes para comentar las noticias del día. El tema de Cristina Kirchner continúa calentando fuegos y para todos está claro que una dama en las alturas del poder político arriesga atraer el desagrado de muchos. No obstante, hay figuras épicas de la política que han dejado huellas imborrables para la posteridad. Pienso sobre todo en Margaret Thatcher, Indira Gandhi y Golda Meir. Pero, pregunté a los amigos, ¿y Evita Perón? Y mencioné la reserva de tantos argentinos inconformes con la inclusión de doña Evita entre las grandes figuras del acontecer global. Ni para qué.

Traté de calmar el ambiente. Me aventuré a reiterar su lucha por mejorar las condiciones de trabajadoras que contribuían a mantener a sus familias en medio de una sobrecogedora pobreza. Señalé, asimismo, que esta cara de Evita carecía de relación con la Evita de Broadway y el celuloide. Aun así, la negativa fue tajante. Pero esta decepción resultó mínima ante la furia que provocó mi tímida sugerencia de quizás incluir a Cristina Kirchner.

Cristina es un capítulo interesante por las ramificaciones criminales que podría involucrar. Además, a ella poco le importa persistir en esas vías aún frescas con la sangre de tantas víctimas. Y le importa poco porque está convencida de que su esfuerzo abrirá las puertas del capital y la fama para su hijito Máximo. Este pequeñuelo de 21 años integró un círculo de excelencia con amistades que derramaban cerebro. Cristina, la turista con gruesos fajos de billetes, cortesía de Hugo Chávez y sus amigotes, perdió las inhibiciones y su paso ha sido cada vez más grotesco.

El inventario de funcionarios y ejecutivos muertos durante la odisea de Cristina continúa abierto. Pero su emanante odio no conoce límites. Los iraníes que promovieron las tragedias del AMIA ahora son sus amiguitos y financistas. Su arrolladora personalidad gravitó en el escándalo posterior al asesinato del fiscal Alberto Nisman. Y negocio que toca con su varita mágica todavía produce controversias.

El viernes un juez argentino procesó a Cristina y a algunas personas cercanas por intentar manipular el mercado de capitales. Sin duda, el embrujo de Cristina Kirchner apenas comienza a descorrer sus velos.